La cementación del acero es un tratamiento térmico (también conocido como «carburación de superficie») que tiene como objeto modificar la composición química de la capa superficial del acero, como el objeto de que aceros de baja dureza del núcleo adquieran una eleva dureza superficial. El resultado final de este «temple» son aceros de buena tenacidad en el núcleo y gran dureza superficial.
El objetivo del tratamiento térmico de cementación es conferir al acero un endurecimiento y unas cualidades superficiales particulares. El tratamiento térmico consiste en enriquecer las capas superficiales del acero con carbono para conseguir un endurecimiento y un aumento de la resistencia al desgaste.
El proceso cementación es realizado a temperaturas superiores a 1000 °C, y manteniendo esta temperatura algunas horas. Una vez absorbido por la capa periférica del acero, comienza el proceso de difusión del carbono hacia el interior de la pieza (el espesor de la capa cementada depende de la temperatura y del tiempo que dure la operación). Cuando finalizada la fase de cementado, la pieza se enfría rápidamente (templado) en aceite para inducir la transformación martensítica del acero. Posteriormente se realiza un revenido a baja temperatura también llamado «distensión». La pieza así obtenida se le da el tratamiento térmico correspondiente, de temple y revenido, y cada una de las dos zonas de la pieza, adquirirá las cualidades que corresponden a su porcentaje de carbono. En ocasiones se dan dos temples, uno homogéneo a toda la pieza y un segundo temple que endurece la parte exterior.
Podemos diferenciar tres tipos de materiales cementantes: Sólidos, Líquidos y Gaseosos.
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